Algunos días, me quedo mirándote mientras tú me miras.
En esos momentos, comienzo a construir un pequeño dibujo, apenas un esbozo, de lo que podría ser mi vida, de lo que podría ser la tuya.
Pongo, uno a uno, los ladrillos de mi castillo, mi castillo en el aire.
Pienso en los primeros ladrillos, los de los cimientos. Esos deben ser fuertes. Deben estar hechos de conocimiento. De cariño. De amistad.
Poco a poco, me vienen imágenes de lo no vivido. De los ratos aún no compartidos. De los paseos. De las risas. La complicidad.
Veo tus cumpleaños futuros, y los míos. Veo cuando llegues tarde a casa, y me pidas perdón con una sonrisa. Y yo, te sonría. “Amor, no pasa nada”.
Veo cuando yo tenga que salir con esas tus amigas, que sé que no me gustarán, porque, aunque no las conozca aún, siempre hay amigas de esas que no gustan. “No pasa nada amor, si tú las quieres, yo también”.
Veo cuando dejes todo desordenado, por n-ésima vez, después de explicarte que estoy cansada, que no puedo continuar con esa dinámica, y tú, después de muchas veces ya de disculparte y prometerme cambiar, no lo harás, porque las personas no cambiamos.
Veo cuando te grite, o me grites, y tú llores, o yo llore, y, en esos momentos, sintamos, tú o yo, o ambas, que, estar juntas, quizás no fue la decisión adecuada.
Veo cuando te huela a otra piel, y, entonces, no pueda evitar hacerme daño, preguntándome a mí misma qué hice mal. Qué necesitas que no te doy. Entonces, no podré evitar pensar, también, qué necesito yo, y, ciertamente, me preguntaré si tú me lo das.
Veo cuando tu cuerpo deje de ser mío para volver a ser tuyo. Cuando tu olor no provoque mi deseo, sino mi indiferencia. Cuando tus manías dejen de ser simpáticas, para ser una razón más para dejar de verte.
En ese momento, amor, es cuando pienso que estuvo bien conocerte. Que el sexo fue divertido. Que me gustan tus labios y tus besos. Que no quiero conocer a esas tus amigas que me harán daño. Que no quiero oir tus gritos, ni que tú sientas los míos. Que no quiero tener que hacerte prometer algo que sé que no cumplirás una y otra vez, y tampoco quiero caer yo en la maldición de Sísifo.
Que no quiero ser espectador de mi desamor ni del tuyo.
Sobretodo, amor, después de haberlo visto todo ya.
Como en una mala película muda.
Read more...