Como consecuencia de mi post anterior, han ocurrido una serie de sucesos que exigen mi máxima atención. Y la exigen porque me considero responsable de ellos. Además, nuestro fantasma Ernesto me ha pedido ayuda, y, ya sabéis, que yo no le negaría nada a un fantasma.
Para hacernos mejor idea de la situación, creo que lo más apropiado es copiar las palabras de Ernesto:
“Ya tenía preparadas mis maletas, abandoné a mi mujer y me importaba un rábano el resto del mundo. Estaba a punto de partir a la madre patria para buscar a Candela y convertirme en su amante hasta que ya los vicios o la vejez (o cualquier otra cosa), no me permitiera estar un segundo más con ella.
Sin embargo, luego de leer dos o tres posts y percatarme de quienes la leen, tuve que echar marcha atrás, arrastrarme ante mi mujer (hoy ex mujer), mi jefe (hoy ex jefe) y convencer a mi familia de que no me drogo ni nada por el estilo, y aceptar el hecho de que a Candela es mejor tenerla de amiga, disfrutar de su morbo y sus historias sin ilusionarme con esa... esa... "hetero perfecta".
Ahora necesito tu ayuda, mi mujer sigue sin aceptarme y mi jefe ya me encontró reemplazo”
Vemos, por tanto, que los problemas de Ernesto son dos:
1. Su mujer lo ha dejado y desea recuperarla.
2. Su jefe lo ha echado y él desea volver a su trabajo.
Tratamiento del primer problema:
Que vuelva tu mujer.
Lo tienes jodido, Ernesto. Las mujeres, puestas a hacer sufrir, somos unas puñeteras. Pero, claro, tú tienes el arma secreta, o sea, yo.
Líneas de ataque:
1. Los “porqué no…”. Todas las mujeres del mundo, cuando cogen confianza con su pareja, empiezan a decirles el “porqué no”. Ejemplos: Porqué no vamos nunca a cenar fuera. Porqué no te afeitas esa calva a lo Bruce Willis. Porqué no me acompañas a mis clases de salsa. Porqué no tiras esa camisa que te regaló tu madre…
Creo que ya os hacéis a la idea de lo que son los “porqué no”. Bien, ha llegado la hora de hacer realidad unos cuantos. No todos, la sutileza da mejor resultado que la súplica.
2. La curiosidad. Si algo nos puede a las mujeres es la curiosidad. Si es tu mujer, posiblemente te conozca bastante. Más que tú a ti mismo, como suele ser. Así que, no hay nada que la descoloque más que pensar que has cambiado y que ahora no te conoce. En cualquier curso de publicidad nos cuentan que la palabra “nuevo” es una de las que atrae irremisiblemente. Utilicemos nuestros conocimientos de publicistas. Ya veremos cómo.
3. La ternura. Sí, las mujeres solemos tener una sensibilidad bastante grande a la ternura. Sepamos aprovecharlo.
Procedamos pues:
1. Conoces sus rutinas. Es tu mujer, no? Coincide con ella por la calle cuando vaya de paso. Preferiblemente que sea a una hora de la tarde, cerca de la noche.
Imprescindible: El aspecto. Afeitado (si ese era uno de los “porqué no” de ella), si era la perilla, pues perilla, si te pedía que te dejaras barba, pues barba… (en tu caso, corazón, si te pedía que te cortases esa hermosa barba que luces, elige maquinilla). Con un perfume nuevo (que ella no conozca) y de marca. La ropa, nueva. Llévate a un amigo gay para que te ayude a elegirla, es lo mejor.
Una vez coincides con ella “de casualidad”, de das dos besos castos (es imprescindible que te huela el perfume) y le preguntas cómo está. Ella te dirá que genial, claro. Y te preguntará por ti. Tú le responderás un esquivo: No sabría definirlo. Después, sin tiempo a nada más le dices que tienes prisa y que te tienes que marchar. Le dices que te encantaría que quedáseis y charláseis y le emplazas una cita. Como la has pillado de sorpresa, te dirá que sí. Sí te lo pone difícil, siempre puedes poner como excusa temas pendientes y esas cosas.
2. Con tu nuevo aspecto, quedas en algún restaurante que a ella le gustase pero tú no la hubieras llevado. Eres atento, la escuchas, eres cariñoso. Te aconsejo las guías de seducción en este punto. Cuando esté receptiva, le preguntas cómo es su vida sin ti. No esperes la respuesta. Esa pregunta no se la haces para que te la responda. Se la haces para que se la plantee. Antes de que diga nada tú le hablas de tu vida sin ella. Lo importante que es y será siempre para ti. Sin súplicas. Sutil y elegante. Y tierno. Si no has conseguido que vuelva en este punto, chaval, creo que lo tendrías más fácil conmigo :-P.
4. Si no lo has hecho ya, estúdiate Cómo satisfacer a una mujer. Apuesta segura.
Tratamiento del segundo problema.
Recuperar tu trabajo.
Pues verás, este problema lo veo bastante más sencillo. Entre otras cosas porque tu jefe es hombre, y, eso, tiene sus ventajas.
Sinceridad, ante todo sinceridad.
Lo que yo haría de ser tu:
Concertar una cita en su despacho. Olvídate del look que mostraste con tu mujer. El jefe quiere ver al mismo trabajador, le da seguridad. Si acaso, algo más elegante, pero sin pasarse.
Le pides que entre en internet y le muestras este blog. Yo de ti recomendaría las entradas: Rebeca,Reflexiones sobre mis gafas nuevas, Sensualidad, Tu momento , Cuando soy mala, Cómo satisfacer a una mujer, y, por supuesto, el origen de este desaguisado, Carta de la hetero perfecta.
A estas alturas, tu jefe te habrá cedido su puesto y vendrá raudo a la madre patria a conocerme a mí ;-)
Besos a nuestro nuevo fantasma, el jefe de Ernesto.
Me ayudáis a ayudar nuestro a Ernesto, queridos fantasmas? se os ocurre algo más?
Nota: Estás clavao en la foto, Ernesto ;-)
Read more...