Letras en el Sahara, nace en la red y desemboca en el desierto

La tía Manuela

>>  sábado, 8 de agosto de 2009


La tía manuela siempre nos da caramelos.
Yo la quiero mucho.
Dice mi madre que tuvo un novio. Eso sería antes de no mirar hacia ninguna parte, porque la tía manuela mira sin ver.
La tía manuela cuidó de su papá. Yo no conocí a su papá. También de su mamá. Cuando eres niño, la mayoría de las cosas importantes pasan antes de que nacieras tú. Y no tienes más remedio que creerte lo que te cuentan.
Así que, sus papás se murieron. Esto sí debe ser verdad, porque yo nunca vi de sus papás más que algunas fotos amarillas que tenía en un marco de plata en el pasillo de su casa.
La tía manuela, a partir de entonces, y esto sí que lo vi, vivía sola con su hermano, que era el señor gordo que nos miraba como al perro de otro, cuando íbamos a su casa a ver a la tía. A darle besos y a pedirle caramelos.
Ella siempre nos abrazaba. Siempre lloraba cuando nos abrazaba. No sabíamos porqué lloraba. Yo pensaba que, quizás, estuviera triste por no tener mamá. O por no tener papá. Un día le pregunté porqué lloraba. Me dijo: “me gustaría tener una hija como tú”.
Le pregunté a mi mamá porqué la tía manuela no tenía hijos. No se casó, me dijo. Y porqué no se casa ahora, mamá? A lo mejor, dije, antes ella no tenía tantas ganas de tener niños como ahora. Ahora ya es tarde, cariño.
Yo creo que la tía manuela perdió la mirada el día en que se dio cuenta de que no tendría niños. Creo que ese día compro caramelos para todos los demás días. Creo que, desde entonces, se lavaba la pena cada mañana y salía a la calle dar besos y dulces. Y todas las tardes, a la vuelta, notaba triste, que la pena volvía con ella.
La tía manuela salía todos los días a hacer la compra. Iba con su bata de casa, con su bolsa de red, con sus zapatillas de esparto.
Un día, cuando iba al mercado con las vecinas, la tía manuela vomitó blanco. Manuela, hija, qué has comido, que el vómito derrite tus medias.
Lejía, dijo manuela. Estas loca, mujer, le dijeron las vecinas. Loca y sola, dijo ella.



16 comentarios :

Sarah 8 de agosto de 2009, 12:21  

Desafortunadmente tia Manuelas hay muchas en la vida. La soledad es muy mala.
Soy Candela con mi otro nick de otro blog que tengo relatando mis años de au pair cunaod llegue aqui hace 13 añs, asi no me confunden contigo.

Candela 8 de agosto de 2009, 12:23  

Bien pensado, Candela.

Besos, y gracias por pasar por aquí.

Unknown 8 de agosto de 2009, 12:45  

Te descubrí por un comentario que hiciste en el blog de una amiga y vaya mi sorpresa cuando veo que hay una Candela de carne y hueso¡¡¡ pasate por mi blog y verás por qué lo digo ;)

Te felicito por el tuyo, tienes mucho que contar y el que te lee mucho para aprender

Abrazos¡

Anónimo ,  8 de agosto de 2009, 13:22  

Qué triste... pobrecita...

Candela 8 de agosto de 2009, 14:16  

Hola Joseba.

Me gusta tu Candela. Intenté dejar comentario, pero no me funciona el formato de comentarios que tienes.

A tu encuesta sobre qué cambiarías, intentaba decirte que estaría bien hacerla más provocativa.

Pero, claro, si te pasas por aquí, igual te llevas un trocito de esta candela y le encuentras donde pegarlo.

Besos, y bienvenido.

Unknown 8 de agosto de 2009, 14:40  

Gracias¡¡¡ voy a mirar eso de los comentarios a ver como lo arreglo

Y tomo nota de tu idea, es cierto que le falta un punto picante.. A ver que puedo aprender de esta Candela ;)

Besos¡¡¡

Candela 8 de agosto de 2009, 15:31  

Bienvenida a los nuevos seguidores Joseba y Traste.

Besos y gracias.

Enrique Palacios 8 de agosto de 2009, 21:11  

Me encanta como has narrado el relato como si lo estuviera contando una niña :)

Un besote Candela y gracias x la visita :)

Candela 8 de agosto de 2009, 22:19  

Pensé que la inocencia es la forma más cruda de contar la realidad.

Me alegra que te haya gustado.

Besos, y gracias a tí.

Eowáthiel 8 de agosto de 2009, 22:50  

Yo de mayor quiero tener la fortaleza que un día tuvo la tía Manuela.

Neogeminis Mónica Frau 9 de agosto de 2009, 4:49  

Qué cruenta manera de elegir morir!...pobre Manuela!...no encontró la salida!...y siempre hay una, siempre hay una....

Javier 9 de agosto de 2009, 21:26  

La hija soltera era la que cuidaba de los padres y de los hermanos solteros, ellos no podían estar sólos ellas sí.
Su vida tenía sentido cuando cuidaba a sus padres, ahora de su hermano, pero a ella quién la cuidaba y, peor, quién la cuidaría...
Triste soledad

nana 10 de agosto de 2009, 13:53  

aqui estoy escribiendote para que no me eches de menos jeje.

que bien escribes de verdad.

muuas

Candela 10 de agosto de 2009, 15:48  

Eo: Eso de la fortaleza es un tanto complicado. Una amiga psicóloga me dijo una vez que las personas se hacen fuertes si han crecido en un entorno dificil. Uf. Dificil coyuntura.

Neo: Se podría haber ido a las misiones, que tendría todos los niños del mundo para ella sola, p ej.

Javier: Sí. Y no hace tanto que la vida de muchas mujeres era así. Desgraciadamente.

Nana. Un placer que me digas esas cosas.

Besos a todos.

Jose Antonio 10 de agosto de 2009, 19:50  

Recuerdo tias Manuelas así, te daban para merendar bocadillos de membrillo en cocinas de leña, los muebles llenos de fotos de la familia´sillas de mimbre con cojines de ganchillo, nostalgia.

Candela 10 de agosto de 2009, 20:01  

Me siento feliz cuando alguno de vosotros me dice que mis historias le ha hecho sentir.

Besos, Jose Antonio. Y gracias.

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Mi mejor regalo, tus palabras.

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