Letras en el Sahara, nace en la red y desemboca en el desierto

Mi voz

>>  miércoles, 30 de diciembre de 2009


Algunas veces, para no oir mis propias preguntas, hago preguntas a otros, y mis palabras acallan mis pensamientos, que, de todas formas, hablaban más bajo.
De noche, mis pensamientos toman prestada mi voz, y se hacen carne.
Cuando cierro los ojos me gritan directamente a la cara.
Yo me tapo los oídos pero siguen gritando dentro de mí.
Es entonces cuando sé que no podré librarme de ellos.
Es entonces cuando, como una yonki, busco un nuevo cuerpo.
Un cuerpo al que besar y al que oir, mientras intento que, esta vez, el engaño dure algo más.
Y el miedo, algo menos.

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Otro punto de vista

>>  martes, 29 de diciembre de 2009


Ayer hablé con una amiga.
Es una amiga de muchos años. Una amiga a la que quiero mucho.
Hace un par de años, en una de las veces que se quedó conmigo en mi casa, tuvimos sexo. Entonces, tuvimos esta conversación:
- Cuánto hace que no…
- Creo que debe hacer dos años.
- Cielo, creo que eso no es sano.
- Y yo.
- No te ha apetecido?
- Sí, por supuesto. Ha habido días en que hubiera salido a la calle y hubiera tenido sexo con la primera que encontrase.
- Y no crees que es mejor tenerlo con una amiga?
- Sí. Supongo. Aunque también puede ser que me estés liando.
- Cielo, me conoces, sabes que te liaré, pero también sabes que puedes confiar en mí.
- Sí.
Desde entonces, en algún momento, ha venido a quedarse. Hemos tenido sexo o no, según haya apetecido.
Hacía tiempo que no nos llamábamos.
- Cómo llevas el tema del sexo?
- Bien.
- Y eso?
- Bueno, tengo una buena amiga, que, algunas de las veces que quedamos, tenemos sexo. También ha pasado con otra amiga. Sin más. Sólo amistad y sexo. Cada cuál por su lado.
- Me alegra que mi mala influencia te haya servido.
- Pues sí, ahora que lo pienso, has sido una influencia estupenda para mí. Desde luego, ahora mi vida es mejor, más sencilla, diría yo.
- Las convenciones sociales están para romperlas.
- Te quiero.
- Yo también.

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Nuestra primera navidad

>>  jueves, 24 de diciembre de 2009


Queridos fantasmas, es nuestra primera navidad juntos.
Os doy las gracias por todos los buenos ratos pasados juntos, y, mi deseo para el próximo año es que nos sigamos viendo y disfrutando los unos con los otros.
Pasad unas bonitas fiestas y muchos besos a todos.

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El chino juan

>>  miércoles, 23 de diciembre de 2009


Nunca os he contado sobre el chino al que voy a comprar a mi barrio. Todo un personaje. Un hombre de negocios super espabilado. Hasta hoy, que yo algunas veces sobretodo con esto de los hombres no me fijo nada, pensé que sólo era espabilado para los negocios.

- Ya he venido hoy dos veces.
- Mejol.
- Sí, para ti, que te estás llevando una pasta.
- Pala ti también. Que yo soy el que vendo más balato de todos.
- Anda y cóbrame, que te gusta más esto de…
- Sí, tú también me gustas.
- Ya….

Yo sonreí.
El señor que tenía detrás, soltó un:
- Anda que no sabe ná el chino.
Y puso cara de pensar:
- Y yo aquí como un gilipollas sin abrir la boca.

En fins…

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Si te vienes a mi cama

>>  domingo, 20 de diciembre de 2009


- A mi cama no se viene a dormir. Para dormir, mejor te quedas en tu casa.
- En mi cama se entra desnuda. No tendrás frío, de eso me encargo yo (yo, el edredón de plumas y la calefacción central).
- Los prejuicios, los miedos, los tabúes, los complejos y demás inseguridades, las dejas ahí, junto a tu ropa. Te quiero desnuda de ropa y miedos.
- A mi cama no se viene a que te hagan. Si quieres que te hagan, busca con quién, y págalo. En mi cama se comparte. Se busca el placer del otro tanto como el tuyo. Es la forma en la que se entiende la palabra disfrutar.
- En mi cama se respeta el silencio. Se habla el lenguaje del placer, que provoca gemidos en lugar de palabras. Que sólo habla las palabras del deseo.
- Si sabes qué te apetece, dilo, o tómame la cara, y muéstralo, o guíame con tu cuerpo, si te incomodan las palabras. No esperes que te adivine, aunque, no te sorpendas si lo hago.
- Si estas saciada, dilo. O muéstralo. Es difícil saber cuándo lo está una mujer si no lo dice ella misma.
- Se generosa, dame tiempo a disfrutar igual que yo haré contigo.
- Olvida lo que vendrá después. Olvida si yo soy tu infidelidad, si piensas que te has enamorado de mi, si piensas que estar conmigo, antes o después, te traerá problemas. No has venido a pensar, has venido a disfrutar.


Cuando salgas de mi cama:
- Sólo, recuérdame.


Besos, queridos fantasmas.

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Conversación con una amiga

>>  viernes, 18 de diciembre de 2009



- No crees que esa chica está demasiado flaca? Es que, a mí me van las mujeres de muchas curvas.
- Ya, eso lo dices porque no tienes mi edad.
- Y qué pasa con tu edad?
- Pues, que, a mi edad, todo lo que no sea pagar es perfecto.
- Mira que eres exagerada.
- Pues no. En algún momento, entre los 40 y los 50, se cae todo. En ese momento, llegas a la conclusión de que, tus posibilidades, han disminuido bastante.
- Creo que tengo tiempo de repasarme a todas las mujeres guapas de sevilla de aquí a entonces.
- Deberías, si…

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A vosotros los hombres

>>  jueves, 17 de diciembre de 2009


Hoy, me ha ocurrido una cosa de lo más curiosa.
He ido a intentar renovar mi DNI.
Sin cita, sin el DNI antiguo, sin tiempo.
Me acerqué a una funcionaria que tenía una cara de esas de necesitar un desayuno con mucha fibra.

- Tienes que pedir cita.
- Ya, pero es que tarda mucho.
- Sí, de dos a tres meses.
- Y, no puedo hacerlo de otra forma?
- Pues no.

En estas, que un compañero suyo sentado al fondo, después supe que era su jefe, Juan, me preguntó qué ocurría.

- Necesito mi DNI para unos trámites de notaría, pero, ni siquiera traigo el antiguo, que, de todas formas está caducado. Ni cita. Qué cree que podría hacer?

Juan me miró a los ojos. Es un hombre interesante. 40, quizás. Tez morena. Agradable. Me sonrió. Juan tiene una bonita sonrisa.

- Si no te importa esperar, en el momento en que no haya nadie, te atiendo.

Le sonreí. Fui a hacerme las fotos (porque, por supuesto, no llevaba fotos). Ya, os preguntaréis que cómo había ido a hacerme el DNI sin fotos. Pues… no confiaba nada en mis posibilidades de hacérmelo. Iba más que nada a preguntar. A que me dijeran que no, supongo.

En unos minutos estaba yo de vuelta, con mis fotos. Juan me volvió a sonreir desde su mesa del fondo.

Se levantó, organizó las colas, y, me sentó con la chica que tenía cara de funcionaria. Me atendió ella. No se porqué lo hizo así, podría haber elegido atenderme él.

Yo le miraba agradecida. Él me sonreía.

Al irme me acerqué, le dí las gracias personalmente y dos besos.

Para terminar, dos cosas:
1. Gracias a todos los Juan del mundo que nos hacen la vida un poco más fácil.
2. Una pena, y lo digo en serio, que no me gusten los hombres.

Besos, sobretodo a vosotros, chicos.

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La escucha

>>  martes, 15 de diciembre de 2009


Algunas mujeres, quieren hablar.
Sólo hablar.
Yo creo que, por eso se van a la cama contigo, para tenerte un rato indefensa y poder hablarte. Y tú claro, pensando que se trataba de un polvo, vas y caes.
Entonces es cuando ella aprovecha y te cuenta miles de cosas que no te interesan.
Miles de cosas que no escucharías si no fuera porque, desnuda y en mitad de la noche no tienes donde esconderte si no es en el sueño. Y no te apetece dormir con ella.
Bueno, siempre te queda la opción de volver a comenzar, despistarla diciéndole que te pone a cien, y, como suele ser crédula la habladora, pues, eso que sales ganando. El nuevo polvo y el respiro del silencio.
Lo peor, no es cuando te arrincona en la cama, que, quieras que no, polvo ya te has llevado.
Lo peor de todo es cuando te llama nada más que para hablar.
A ver entonces cómo le haces ver, sin perder la opción de polvo futurible, que tu aparente escucha fue circunstancial. Y que te sigue interesando todo lo suyo lo mismo que antes. Que viene siendo nada.
Así que sales del paso como puedes. Intentas llegar a un equilibrio, a ver... si la escucho media hora... y... digamos... la llamo en un par de semanas, cuando se me haya pasado el dolor de cabeza, quizás pueda proponerle algo más.

Algunas de ellas, por experiencia propia, queridos fantasmas, creen que un solo polvo vale la escucha para toda la vida.

Besos, sobretodo a vosotros, chicos.

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Una curiosa razón

>>  domingo, 13 de diciembre de 2009



- Es que tú estás muy buena.
- En primer lugar, disiento, pero eso da igual. En segundo lugar, en serio esa es la razón por la cuál no quieres tener sexo conmigo?
- Sí. Es que creo que te estás burlando de mí.
- Chica, eso de la inseguridad lo inventaste tú. Tú no puedes gustarme sólo porque tú no te gustas?
- Es que yo no puedo gustarte. Tú puedes tener a quien quieras.
- No lo tengas tan claro.

Después lo pensé un rato. Realmente, me decía que no porque no podía soportar que yo le dijera que no. Aún cuando le estuviera diciendo que sí.
Vamos, salvando las distancias, si se me pone a tiro, un decir, Natalie Portman, anda que me voy yo a andar con meditaciones metafísicas.

Manda guevossssss.

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Los piropos de ellos


Yo, trabajaba con una jefa de servicio. Estábamos ambas abstraídas delante del ordenador.
Al menos, yo, lo estaba. Ella, por lo visto no.
Entró en la sala una bata blanca.
La sala estaba compuesta por unas 20 mujeres del personal administrativo.
La bata blanca dijo algo.
La jefa de servicio que trabajaba conmigo alegó:

- Es que, debe estar acostumbrada.
- Pues sí, respondió la bata. Ni ha levantado la cabeza.
- Claro, se lo deben decir todos los días.

Al percibir esta conversación por encima de mi cabeza, y olerme que iba por mí, decidí levantar la cabeza.
La bata blanca era un médico, atractivo, en la cuarentena, con la seguridad en sí mismo que da el sentirse en lo más alto de la escala laboral, además de sentirse guapo y, por ende, deseado. Deseado por las 20 administrativas que estaban conmigo en la sala, muy ocupadas suspirando. Todas, menos yo.

- Ennnn?

Fue lo único que supe decir.
La jefa de servicio se fue con él, mientras ambos seguían discutiendo acerca de si soy engreída, despistada, o es que, simplemente, estoy acostumbrada.

A ver:
1. Él piensa que, por ser guapo y médico, cualquier mujer varios kilómetros a la redonda suspirará a su paso. A juzgar por el personal administrativo que tenía a mi alrededor, no iba desencaminado.
2. Todo el mundo piensa que, por no ser fea, no tengo más opción que ser hetero, porque, debe ser que las lesbianas son gordas, masculinas, usan camisas de cuadros y van por ahí diciendo tacos y metiendo mano a discreción a todas las mujeres. Alguna he conocido así, pero, la gran mayoría invisible, es como yo.

En fin. Si llega a ser una mujer atractiva, en la cuarentena (mis preferidas), la que entra y me dice algo, evidentemente, lo primero y principal, la hubiera visto, y, lo segundo, le hubiera respondido. Ya fuera con una palabra. Ya fuera con una sonrisa. Ya fuera con una mirada. Ya fuera con una cita.

La naturaleza, que es así.

Besos, queridos fantasmas.

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Su hijo

>>  martes, 8 de diciembre de 2009


La primera vez que lloró fue cuando lo parió a él.
Debió ser la primera vez que amó, porque no recuerda el amor sin él. Tampoco conoce un amor que no lleve su nombre.
Fue premonitorio, porque a partir de entonces, se quebró su dura coraza justo por el cordón umbilical que les unía.
Y no había más que rozarle, rozarle a él, para que su fuerza, la fuerza de ella, sus lágrimas, las lágrimas de ella, su amor, el amor de ella, se sintiera a flor de piel como un susurro, algunas veces, como una tempestad, otras, como tu propia sombra, todo el tiempo.

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Gimnasia mental


Gimnasia mental, lo llamo.
Cierro los ojos.
Recuerdo.
A cada nombre, un olor. Una boca. Un cuerpo.
A cada nombre una sonrisa. Algo de lo que pudo ser y no fue. Algo más que sí fue, y que me supo a poco.
También pudo saberme a esperado. A aburrido. A tierno.
A agradable.
A hastiado.
A monotonía.
A sexo.
Siempre me supo a sexo.

Creo que, después de todo, esa es la parte del olor que despierta mi sonrisa.

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La película


Algunos días, me quedo mirándote mientras tú me miras.
En esos momentos, comienzo a construir un pequeño dibujo, apenas un esbozo, de lo que podría ser mi vida, de lo que podría ser la tuya.

Pongo, uno a uno, los ladrillos de mi castillo, mi castillo en el aire.
Pienso en los primeros ladrillos, los de los cimientos. Esos deben ser fuertes. Deben estar hechos de conocimiento. De cariño. De amistad.
Poco a poco, me vienen imágenes de lo no vivido. De los ratos aún no compartidos. De los paseos. De las risas. La complicidad.
Veo tus cumpleaños futuros, y los míos. Veo cuando llegues tarde a casa, y me pidas perdón con una sonrisa. Y yo, te sonría. “Amor, no pasa nada”.
Veo cuando yo tenga que salir con esas tus amigas, que sé que no me gustarán, porque, aunque no las conozca aún, siempre hay amigas de esas que no gustan. “No pasa nada amor, si tú las quieres, yo también”.

Veo cuando dejes todo desordenado, por n-ésima vez, después de explicarte que estoy cansada, que no puedo continuar con esa dinámica, y tú, después de muchas veces ya de disculparte y prometerme cambiar, no lo harás, porque las personas no cambiamos.
Veo cuando te grite, o me grites, y tú llores, o yo llore, y, en esos momentos, sintamos, tú o yo, o ambas, que, estar juntas, quizás no fue la decisión adecuada.
Veo cuando te huela a otra piel, y, entonces, no pueda evitar hacerme daño, preguntándome a mí misma qué hice mal. Qué necesitas que no te doy. Entonces, no podré evitar pensar, también, qué necesito yo, y, ciertamente, me preguntaré si tú me lo das.

Veo cuando tu cuerpo deje de ser mío para volver a ser tuyo. Cuando tu olor no provoque mi deseo, sino mi indiferencia. Cuando tus manías dejen de ser simpáticas, para ser una razón más para dejar de verte.

En ese momento, amor, es cuando pienso que estuvo bien conocerte. Que el sexo fue divertido. Que me gustan tus labios y tus besos. Que no quiero conocer a esas tus amigas que me harán daño. Que no quiero oir tus gritos, ni que tú sientas los míos. Que no quiero tener que hacerte prometer algo que sé que no cumplirás una y otra vez, y tampoco quiero caer yo en la maldición de Sísifo.
Que no quiero ser espectador de mi desamor ni del tuyo.

Sobretodo, amor, después de haberlo visto todo ya.

Como en una mala película muda.

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Vuestra ayuda

>>  lunes, 7 de diciembre de 2009




Queridos fantasmas:

Llevo trabajando sin descanso muchas semanas. Estoy triste y agotada. No tengo tiempo para nada. Ni para mí, ni para nadie. Ni, me duele, para vosotros.

Me haría muy feliz, que, simplemente, me dejárais un beso.

Por mi parte, un beso para todos vosotros, queridos fantasmas.

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