Letras en el Sahara, nace en la red y desemboca en el desierto

La niña ana

>>  sábado, 15 de agosto de 2009


La niña ana no recuerda cuándo fue la primera vez que lo escuchó. Pero eso era porque, para los niños, el tiempo se cuenta de forma distinta, todos los ayeres son el mismo ayer, y todos los mañanas no existen hasta que se hacen hoy.

- Abre las piernas.
- No, por favor.
- Te digo que las abras.

La niña ana oyó un golpe seco. Y un llanto. El golpe, pensó, sería de la mano de su padre. Ya tenía muy conocido el sonido. El llanto, sería de su madre.

La niña ana oyó más llantos. A veces, un llanto pequeño, como el que le nacía a ella cuando se escondía de su padre. Otras veces, un llanto grande, como el que le nacía a su madre cada vez, después de cada golpe.

La niña ana no sabía porqué su padre quería que su madre abriera las piernas. Tampoco le parecía que fuera cuestión de discusión una simple postura. Pero, eso era porque la niña ana aún tenía mucho que aprender del mundo de los mayores. La niña ana pensaba que había muchas cosas que no deseaba aprender.

La niña ana oyó quejidos de su padre. A cada quejido de su padre, oía un llanto grande de su madre. La niña ana no sabía quién le hacía daño a quién. Pero, eso era porque nadie le había dicho aún que, todos, le hacían daño a ella.

A la niña ana le pareció que venía a su cama un hermoso ángel y le cerraba los ojos con una caricia, con la palma de su mano. Su ángel se acercaba a su oído y le decía que no tuviera miedo. Duerme, decía, pasará.

La niña ana se durmió esa noche acurrucada en las palabras de su ángel.



Todas las noches, la mujer ana, busca un ángel que le ayude a dormir.

13 comentarios :

Anónimo ,  15 de agosto de 2009, 16:18  

Duro, muy duro y muy real!!!! Y magníficamente narrado: sin violencia y con toda la violencia...

Muy bueno.

:) Reina

nana 15 de agosto de 2009, 18:08  

creo que el comentario anterior refleja perfectamente el resumen del post... genial Reina.

y como siempre genial escrito claro!

muas muas muas

Unknown 15 de agosto de 2009, 21:46  

Elegante¡¡ duro pero elegante¡¡
Eres genial narrando, ¿alguna vez has escrito relatos más cortos?

Sospecho que serias genial¡¡¡

Por cierto, creo que los mas duro de todo el relato es la ultima frase....

Abrazos fantasmita tocaya de mi criatura XD

Candela 15 de agosto de 2009, 22:02  

Reina, nana, Joseba, muchas gracias.

He empezado a escribir cuando he empezado el blog.

Hasta ese momento, algo de poesía, pero, no sentí la necesidad de contar ningún relato.

Supongo que, estas cosas, te las va pidiendo el cuerpo.

Cuánto de corto, Joseba? Elige tú el tema y el número de palabras ;-)


Besos, queridos fantasmas.

Maria Rosa 15 de agosto de 2009, 22:46  

Me gusta haber encontrado tu blog, tus textos son excelentes,
reflexivos, sencillos, cambiantes, ligeros, complejos...

Un beso

Eowáthiel 15 de agosto de 2009, 22:48  

Qué duro debe ser crecer así...Me apena ese tipo de situaciones, donde los que más sufren son los críos...Pobre tocaya...

En todo caso es genial, Candela, pone los pelos de punta.

Candela 15 de agosto de 2009, 23:08  

Gracias María Rosa.

Un placer tenerte por aquí.

Un gran beso.

Candela 15 de agosto de 2009, 23:12  

Yo lloré al escribirlo.

Besos, Eo.

Neogeminis Mónica Frau 16 de agosto de 2009, 2:43  

El daño que la maldad, la violencia, la ignorancia y la arbitrariedad que los mayores causamos en los niños es algo irreparable que deberán cargar a cuesta toda su vida. Me duele en el alma cuando me entero de algún caso de semejantes torturas infringidas a los más inocentes.
Cuántas niñas Ana habrá ahora en el mundo sufriendo más y más salvajadas!
Dios!..cuánta barbarie!


Un abrazo.

Anónimo ,  16 de agosto de 2009, 18:37  

Cuánto cuesta reparar después esas heridas...
Besos Candela!

Diamonique 16 de agosto de 2009, 21:00  

Espléndido relato.

Ojalá muy pronto su ángel se materialice y pueda descansar y dejar de buscarle.

Besos

Candela 16 de agosto de 2009, 23:37  

Neo: Dices bien, para la mujer ana será tarea de toda la vida ir curando las cicatrices. Si es que llega a conseguir que sean cicatrices.

Zayi: Lo es.

Esperada: Soy una esceptica de la reparación.

Diamonique: Supongo que la mujer ana encuentra su angel en cada abrazo que le ayuda a dormir.

Besos, chicas.

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